A continuación, van dos biografías, que tenía guardadas tía Margoth de Altschul, y las translado tal cual:
El Dr. Jacinto Castellanos nació el 26 de abril de 1843 en la ciudad de San Vicente. Fueron sus padres el Lic. del mismo nombre, originario de una distinguida familia de Comayagua, y doña Eulogia Rivas.
Al trasladarse a San Vicente la Universidad Nacional, con motivo de la ruina de San Salvador en 1854, se aprovechó de esa circunstancia el joven Castellanos para emprender sus estudios preparatorios y profesionales en dicho plantel, hasta terminar de una manera brillante su carrera a la edad de 21 años, recibiéndose como Abogado en 1864.
El Dr. don Gregorio Arbizú, quien presenció su examen en su calidad de Rector de la Universidad, y que al propio tiempo desempeñaba las carteras de Relaciones Exteriores e Instrucción Pública, lo nombró al día siguiente Subsecretario de dichos Ministerios. Con motivo del viaje del señor Arbizú a Europa a la Exposición Universal de París en 1867, quedó el doctor Castellanos encargado del despacho de aquellas carteras, mereciendo este alto honor por la confianza que le tenía aquel distinguido hombre de Estado. Permaneció en dicho puesto hasta el año de 1868, pasando a ejercer el Juzgado de 1ª. Instancia de Suchitoto, y después uno de los de esta ciudad. Así como el Juzgado General de Hacienda; cuyas funciones desempeñaba cuando fue electo por la Asamblea Nacional, Magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
En la administración del Dr. Zaldívar formó parte de la comisión encargada de reformar la legislación de la República; siendo los actuales códigos vigentes redactados por aquella, compuesta de sus compañeros de labores los distinguidos doctores don José Trigueros y don José Antonio Ruiz.
Como representante del Gobierno del Salvador celebró la paz con Guatemala en 1876, y con el mismo carácter puso fin a la guerra civil en 1885, celebrando la Convención de San Andrés en Junio de aquel año.
Al inaugurarse el gobierno del General Menéndez fue nombrado Ministro de Gobernación, y poco después de Hacienda y Crédito Público, y a él se debe que se haya adoptado en la República el sistema métrico decimal y dio la ley de Crédito Público, sobre la cual se han calcado las posteriores.
En el mismo año fue a Costa-Rica con el carácter de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario, celebrando con aquel Gobierno, un Tratado de amistad, comercio y extradición, y en Enero del siguiente año asistió con el mismo carácter a las conferencias de Amapala, que dieron por resultado el restablecimiento de las relaciones con Nicaragua. En 1889 y 90 representó también al Salvador en el Congreso Pan Americano reunido en Washington, y las actas publicadas de aquel célebre Congreso ponen de manifiesto la honrosa manera con que desempeñó su cometido.
El doctor Castellanos es miembro correspondiente de la Academia Española, y Secretario de la Salvadoreña. (En este enlace se pueden ver cartas suyas en la RAE); miembro de la Sociedad de Geografía de París y condecorado con el Busto del Libertador (¡!). Actualmente desempeña las elevadas funciones de Ministro Público en el progresista y honrado gobierno del General Gutiérrez.
En el conflicto que entre Guatemala y Méjico surgió el año último, fue nombrado el Dr. Castellanos para interponer los buenos oficios de nuestro Gobierno en la capital Azteca para evitar el inminente rompimiento que estuvo a punto de estallar.
Para terminar este rápido bosquejo que de un hombre público
hemos trazado, el doctor Castellanos, permítasenos agregar que siempre
fue recto, austero y sin dobles (sic) de ningún género en
todos sus actos, lo que quiere decir que es de un carácter respetable.
Ha formado una muy distinguida y numerosa familia que da realce a nuestra
sociedad.
En medio del conflicto de las armas no se olvidaban tampoco los medios para
la terminación del conflicto de la guerra civil dirigida por el General
Francisco Menéndez en el año de 1885. El cuerpo diplomático
y consular propusieron la celebración de conferencias con el fin,
medio que fue aceptado por una y otra parte, y en consecuencia, con fecha
23 de mayo del citado año se reunieron en el lugar llamado El Molino,
inmediato a Santa Ana, el doctor Castellanos fue nombrado juntamente con
el doctor Manuel Gallardo por el jefe revolucionario, y los señores
general don Santiago González y don Santiago Yúdice, de parte
de Figueroa (sic).
El General Figueroa, deseando evitar mayores desgracias al país con la prolongación de la guerra civil, depositó el mando con fecha 17 de junio en el senador don José Rosales, quedando tan solo como General en Jefe del ejército. Rosales nombró Ministro General al doctor don Rafael Ayala; y el 18 del mismo mes se celebró un convenio en San Andrés entre los señores doctor Castellanos, comisionado del Gobierno de la revolución y los señores doctor Rafael Ayala y don Manuel Trigueros, Cónsul de Bolivia, en calidad de representantes del Gobierno de la capital. En ese convenio se estableció que el Gobierno del señor Rosales reconocía al provisional ejercido por el General don Francisco Menéndez.
Por
acuerdo del 20 de mayo de 1885 fue nombrado por el Gobierno Provisorio del
General Menéndez miembro de la Junta Consultora del mismo.
Aproximadamente de ésta época, encontramos un documento oficial,
firmado entre otros por D. Jacinto Castellanos, a
favor de la libertad de expresión como
derecho natural del hombre, a saber:
COMPENDIO DE GEOGRAFÍA FÍSICA, POLÍTICA Y DESCRIPTIVA
DE LA REPÚBLICA DEL SALVADOR.
En otra biografía de D. Jacinto, se pueden ver mejor sus
inquietudes políticas; a saber:
"Este honorable juriconsulto, de larga y meritoria vida pública, nació en la ciudad de San Vicente el día 26 de abril de 1843. Hijo de don Jacinto Castellanos y doña Eulogia Rivas.
El día 9 de diciembre de 1864 coronó su carrera en la Universidad Nacional de El Salvador. El año siguiente se recibió de abogado; y el 20 de enero de 1865 obtuvo el título de Escribano Público.
Bajo la administración del doctor Francisco Dueñas, colaboró en el Ministerio de Relaciones Exteriores e Instrucción Pública. Sus dotes privile giadas de escritor vibrante, las demostró publicando sus primeros artículos en "El faro Salvadoreño", los que le dieron renombre como periodista atildado y ecuánime.
Dejó las luchas de la prensa para aceptar la judicatura de Primera Instancia de Cojutepeque, y en ese delicado cargo reveló sus amplios conocimientos en el Derecho y su recto espíritu justiciero, su conciencia honrada, sin apartarse un ápice de los cánones irrestrictos de la ley.
El Gobierno de aquel entonces, le confió al doctor Castellanos la importantísima obra de formular la codificación de las leyes de El Salvador, lo que hizo con gran acierto, siguiendo el mismo plan del ilustre doctor Isidro Menéndez, de grata memoria.
En 1871 —Gobierno del Mariscal González— ocupó el Juzgado de Primera Instancia del distrito de San Salvador. En 1876 se le encomendó la delicada misión, por el Gobierno de don Andrés Valle, de ir a tratar de restablecer la paz con Guatemala. En esta delegación le acompañó don Encarnación Mejía. El éxito fue espléndido.
En el período del doctor Zaldívar fue electo Ma.gistrado de la Corte Suprema de Justicia. Y en este mismo lapso administrativo fue exilado a Nicaragua.
A raíz del triunfo de este movimiento revolucionario, el doctor Jacinto Castellanos fue nombrado Ministro de Gobernación, ocupando enseguida las Carteras de Hacienda, Instrucción Pública y Relaciones Exteriores. En esa época implantó en el país el sistema métrico decimal.
Ante el Congreso Panamericano que se celebró en Washington en 1889,
el doctor Castellanos representó a El Salvador en carácter
de Ministro Plenipotenciario; allá prestó su valioso e ilustrado
concurso, a la par de hombres notables de América, en la discusión
de teorías avanzadas en Derecho de Gentes y se celebraron tratados
trascendentales para la unión y el comercio de ideas y de intereses
mutuos.
El 90 se une a las huestes revolucionarias del general José María
Rivas para derrocar a los hermanos Ezetas; pero fracasado el movimiento,
el doctor Castellanos logró traspasar la frontera de Honduras, país
en donde se refugió durante algún tiempo. Luego pasó
a Costa Rica y después a Guatemala Durante los cuatro años
que dominaron los hermanos Ezeta, las puertas de la patria estuvieron cerradas
para don Jacinto, las que se le abrieron tras la "Gesta del 44".
El doctor Castellanos, ya en la Administración Gutiérrez,
ocupaba la Secretaría de Estado en el despacho de Relaciones Exteriores
é Instrucción Pública. Luego va a México como
Ministro Plenipotenciario; siempre conservando su alto cargo de Secretario
de Estado para intervenir en las tirantes relaciones entre aquella nación
y Guatemala. Ya México trataba de invadir el territorio guatemalteco,
cuando el hábil diplomático salvadoreño, con su gran
tacto político y su talento, logró que ambos países
llegaran a un feliz avenimiento, lo cual constituyó una gloria para
El Salvador, que evitó una guerra internacional de dos países
hermanos.
En 1895 asiste al puerto de Amapala, juntamente con el presidente Gutiérrez, y suscribe el pacto de unión que fundó la República Mayor de Centro América. El pacto es formulado por el doctor Castellanos y mereció la aprobación de los delegados de Honduras y Nicaragua. En ese pacto el ilustre hijo de San Vicente pone todo su amor a la gran causa, y ve en él, el principio fundamental para la realización completa de su sueño perenne. Al doctor Castellanos le cupo la honra de presidir la Dieta de la República Mayor.
En 1897 el doctor Castellanos renuncia la presidencia de la Dieta y regresa a la capital de El Salvador, por motivos de salud. Después de un año de llevar una vida de quietud, alejado de todo contacto oficial, es designado Represetante del pueblo salvadoreño ante el Congreso General Constituyente que se inauguró el día 24 de junio de 1897 en la ciudad de Managua. El doctor Castellanos iba a defender el proyecto que él formuló con los demás miembros de la Dieta y que serviría de base fundamental para las discusiones; pero infortunadamente, una enfermedad violentísima le sobrevino, la muerte apagó aquella preciosa vida, el mismo día, por cierto, en que se inauguraría el Congreso Constituyente.
Tres países hermanos —El Salvador, Honduras y Nicaragua— declararon duelo nacional la muerte "del conspicuo ciudadano, a quien tocóle el difícil encargo de formular el proyecto de Constitución centroamericana, en el cual, con gran maestría, supo conciliar el sistema centralista y federal. Esa sola obra, decía "El Federal" bastaría pura cimentar la reputación del estadista, del jurisconsulto y del diplomático."
Es de hacer notar que existió otro Jacinto
Castellanos Rivas,(2), sobrino-nieto del que nos ocupa,
descendiente de su hermano Cresencio.
Dicen que fue la última persona en abrazar a Farabundo Martí,
antes de ir al pelotón de fusilamiento, prometiéndole continuar
con el movimiento revolucionario, siendo en aquel entonces Secretario privado
del General Martínez. Tras meditarlo mucho, posteriormente ingresó
en el partido comunista en 1932, cumpliendo la promesa hecha al fusilado.
Cuentan de la "mamita Eulogia" mujer hermosa y muy inteligente,
que como tantas mujeres de su época, tenía como única
educación la corrección social y las labores domésticas.
Cuando casó con D. Jacinto Castellanos, de grata recordación,
él, observando las innatas cualidades de su esposa, decidió
enseñarle a leer.
Ella aprendió con auténtica avidez, y devoró libros
uno tras otro. Aprender a leer significó la puerta abierta a un mundo
hasta entonces desconocido.
Quedó tan impresionada de lo que le cambió la vida con el
aprendizaje de la lectura, que dedicó prácticamente el resto
de su vida, a enseñar a leer a los demás.
Fundó una escuela que lleva su nombre, gracias también al
apoyo económico de su marido.
En el hogar fundado por Jacinto y Eulogia, se respiró un ambiente
dedicado a la ayuda del prójimo, a la búsqueda de conocimientos
y de la justicia.
Así pues, D. Jacinto Castellanos Rivas tuvo buenos ejemplos en su
hogar paterno.
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